viernes, 9 de abril de 2010

Descubrimiento de Machupicchu

El descubrimiento científico de Machu Picchu fue realizado por Hiram Bingham, un historiador norteamericano descendiente de misioneros, y nacido en 1875 en Honolulu, Hawái. En 1909 fue invitado por el prefecto de Apurímac don Juan José Núñez para desde Abancay hacer una exploración hacia Choquequirao y estudiar lo que entonces se creía era la última capital de los Incas. Desde finales de la época colonial se habían creado muchos mitos sobre la existencia de los tesoros de los Incas, con lo cual era común encontrar buscadores de tesoros ávidos por llegar a esa última morada de los Incas. Esa misma intención motivó a Bingham para estudiar crónicas y aún visitar archivos españoles y posteriormente en 1911 volver al Perú con la finalidad de hacer estudios de geografía, geología y botánica, y por supuesto, también para tratar de encontrar esta última ciudad Inca. En el Cusco, Alberto Giesecke compatriota suyo, y rector de la Universidad local, le indicó que en enero de 1911 había hecho un viaje hacia el Valle de la Convención y que un mestizo llamado Melchor Arteaga había visto construcciones incas prometiéndole llevar en la época de sequía. El 23 de julio de 1911 Bingham se presentó a Melchor Arteaga con un policía, el Sargento Carrasco que lo acompañaba por orden del gobierno peruano, y dos miembros de su expedición. El día siguiente y luego de un agotador ascenso, al medio día llegaron a una choza donde encontraron a Anacleto Alvarez y Toribio Richarte, dos humildes agricultores que junto a sus familias vivían en el lugar por unos cuatro años y cultivaban las terrazas prehispánicas. Luego de un breve descanso los campesinos proporcionaron a Bingham un niño de 8 años para conducirlo junto a su escolta militar hacia las edificaciones parcialmente cubiertas por la vegetación enmarañada. Es así como Bingham a los 35 años de edad tropezó con Machu Picchu; acontecimiento fortuito que puso de manifiesto un gran descubrimiento, el 24 de julio de 1911.
Descubrimiento Machupicchu Bingham

Posteriormente Bingham volvió a Norteamérica para organizar una expedición multidisciplinaria y para buscar apoyo económico que le fue otorgado por la Universidad de Yale y la National Geographic Society. De vuelta en el Perú, frente a la petición de Bingham para ejecutar trabajos en Machu Picchu, mediante decreto del 31 de octubre de 1912, el gobierno peruano lo autorizó a realizar los trabajos proyectados, autorizándole además de acuerdo a su artículo cuarto, a sacar libremente del país las piezas obtenidas durante sus exploraciones pero con el compromiso de devolverlas a simple solicitud del Perú. Esta autorización hizo un daño irreparable a la herencia cultural del Perú, porque esos objetos sacados en 1912 aún se mantienen en la Universidad de Yale. Fue en 1912 cuando se limpió la vegetación, se hicieron excavaciones extensivas y se encontraron casi todas las tumbas en los alrededores de Machu Picchu. Tiempo después, debido al éxito rotundo de las publicaciones de Bingham en EEUU se decidió organizar una nueva expedición para 1914-15. En esa oportunidad se realizaron los trabajos sin un permiso previo, con lo cual hubo graves denuncias y una fuerte oposición, por lo que en agosto de 1915 Bingham tuvo que huir del Perú.
Descubrimiento Machupicchu Arqueología

Hiram Bingham y sus expediciones trabajaron intensivamente en el parque arqueológico excavando prácticamente cada metro cuadrado en Machu Picchu. En sus alrededores hallaron tumbas antiguas y 174 momias siempre acompañadas de sus objetos de uso habitual incluyendo vestimenta, cerámica, alimentos, adornos, etc. Al final de sus trabajos Bingham informó que ningún objeto de metal precioso fue encontrado en Machu Picchu, lo que hoy se refuta por la versión de la viuda de Agustín Lizárraga y sus descendientes quienes aseveran que ese intrépido joven campesino, y antes del arribo de Bingham, en sus exploraciones en búsqueda de tierras cultivables allá por el año de 1900 llegó a la ciudad perdida. Se indica que en varias visitas encontró en algunos nichos objetos de cerámica, piedra, oro y plata; objetos que vendía a un conocido comerciante rico del Cusco. Es posible que ningún otro campesino aparte de Lizárraga haya profanado el lugar porque en la sociedad tradicional Andina se guarda siempre un respeto y reverencia ancestral hacia las huacas antiguas y aún más hacia las tumbas de antepasados que no pueden ser profanadas en la creencia que están protegidas y el profanarlas acarrea desgracias, enfermedades, muerte y otras maldiciones.

Entre todos los misterios de la ciudadela se suma la incógnita de cuáles fueron los hallazgos de Bingham, y realmente qué cantidad deposito en la Universidad de Yale. Aunque ya se devolvió una parte de lo sustraído, los peruanos y el mundo entero tienen la esperanza que algún día todos los artefactos enumerados por Bingham regresen a Machu Picchu porque le pertenecen.

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